CONSTRUYENDO Y HACIENDO POSIBLE UN SUEÑO

Un domingo más comenzó. El cielo triste, opaco, la neblina cubriendo las calles y el frío penetrando hasta los huesos…

El tiempo auguraba un panorama desalentador. Sin embargo, la alegría, el trabajo, los juegos, las risas, la comida, y las ganas de compartir otro día junto a los vecinos, seguían brillando como siempre en el barrio Villa Sur Oeste.

Llegamos en bici y moto, como es común. Abelino nos recibió con una hermosa sorpresa: mates calentitos y buñuelitos preparados especialmente para ser compartidos. Para festejar un nuevo encuentro.

Otra sorpresa más nos esperaba: en la semana “el dúo”, Abelino-Cesar, había removido la tierra para empezar a armar su propia quintita. Desafiando a la sequía, a la tierra “baqueteada”, y poco fértil del ferrocarril, emprendieron juntos su sueño: “una quinta propia”.

La solidaridad también estuvo presente. Por la mañana se acercaron tres mujeres, abuelas y tías de Paco, con platos, cubiertos y vasos, para donarlos a la Copa. Para sumar desde su lugar, en la medida de sus posibilidades.

Cerca del mediodía salimos a buscar a los chicos que faltaban. Llegamos a la casa de la familia Campos donde nos recibió un hombre tan amable y caballero, como quedan pocos. Se saca el sombrero cuando saluda a las mujeres, nos invita a entrar a la casa y en unos minutos estamos saboreando unos sabrosos mates (dulces y con café) para atenuar el frío…

Charlas y charlas, la vida, el trabajo, las changas y los imprevistos que nos surgen a todos. Con tranquilidad y esperanza, que no logran calmar su angustia, nos cuenta sobre la situación de Margarita, su mujer. El jueves pasado tuvo un accidente. Ahora están esperando los clavos para operarla. Este señor tan amable nos narra la historia con la fuerza de quien la ha luchado siempre, con la esperanza de quien sabe que la vida aprieta pero no ahorca. Ahí esta peleándola una vez más, todos juntos y en familia.

Mientras tanto, allá en el rancho, el Pelado, Cesar y Claudia cocinan. Los hombres van terminando el piso, Martín ceba unos mates, otros reciben a los primeros chicos que se acercan. Todos construyendo y haciendo posible un SUEÑO.

Llega la tarde... el sol nos sorprende, empieza a llenar de luz y de calor cada espacio. Junto a él llegan varios compañeros: Regi, Mati y Horacio. Pelota, paseos, mandarinas, carreras, dibujos, cuentos, historias de “diablos y espíritus” le dan colorido al Villa Sur Oeste.

También con su experiencia y su saber sobre la plástica, el arte y la recreación llegó Julia, con la idea clara de que ella también puede aportar algo a este sueño. De que cada uno de nosotros tiene algo para compartir, de que si nos organizamos, nos unimos, todos podremos hacer algo, todos podemos participar en la lucha.

Baja el sol, llega la noche. Con abrazos, besos, palmadas, bromas y chistes nos despedimos. Hasta la próxima.